lunes, marzo 12, 2007

Serie de eventos desafortunados

Recibir una llamada a la medianoche para escuchar que tu madre está en camino hacia tu recién estrenado departamento un viernes a la noche no es lo mejor que te puede pasar.

Cuando te recuerdan que debés ir a buscarla a retiro a las 5 a.m. todavía pensás: "Bueno, es mi madre, hay cosas peores".

Los taxistas semidementes (¿semi dije?), dueños absolutos del transporte nocturno, que te bendicen o maldicen por igual al finalizar el viaje son moneda corriente, aunque hacen que la situación empeore considerablemente.

Una asignación mal de materias le pasa a cualquiera. Que las 3 materias estén superpuestas unas con otras dejandote la posibilidad de cursar una sola no tanto. Y el humor empeora.

Pero cuando parece que nada puede ser peor, te olvidás las llaves del departamento adentro, un domingo al mediodía. Sin mencionar que la puerta era blindada. Maldito Ábrete sesamo, ¿por qué eso sólo funciona en los cuentos?

Humor de perros.

Lo peor de todo es que esto de la mala suerte es harto inusual en mí. Y no puedo evitar pensar que es un augurio de los dioses.
Me pone de muy mal humor estar de mal humor. Y entonces, no hay salida.

[ Aunque pensándolo bien, no hay mal humor que un buen libro no pueda mejorar.]